ENTREVISTA: ENRIC MIRALLES (1955-2000). Arquitecto catalán.
Me gusta la relación directa con el alumno, casi de enfrentamiento, sin ningún tipo de paternalismo
¿Cómo se lleva lo de vivir en un avión?
Procuro hacerlo de una manera ordenada, dando la menor importancia al hecho de desplazarse.
Mis viajes son viajes dentro de una
habitación. Se aprende mucho en los viajes. Es una formación constante:
las situaciones, los personajes… Toda mi formación clásica la hice en
Barcelona y, en el fondo, mi contexto era esa ciudad y su cultura, hasta
que empecé a viajar. Curiosamente, cuando viajas profesionalmente,
viajas a ciudades que tienen que ver con tu formación. Vas a Glasgow
porque hay una escuela de arquitectura que te invita, o hay un tipo de
cliente que está interesado en no se qué, o porque en esa ciudad hay un
arquitecto como Mackintosh. Es como si te movieras en un circuito que ya
conocías. No tiene nada que ver con el viajero que se desplaza para
descubrir.
¿Es difícil coordinar un estudio de arquitectura viajando por el mundo?
Procuro que mis viajes sean, como máximo, de tres días. Aunque te muevas, no pierdes el contacto con el estudio.
Usted es un arquitecto joven -41
años-, con una dilatada experiencia profesional. En la comida hemos
hablado del problema del paro en la profesión. ¿Cómo se consiguen los
clientes?
He procurado establecer siempre una
continuidad en el trabajo. En la Escuela trabajaba con los profesores
que más me interesaban: Albert Viaplana y Helio Piñón. Cuando terminé de
estudiar, continué trabajando en la universidad como becario,
asistente, profesor…
Vas recorriendo un camino de una forma
intuitiva. Aprendiendo una profesión siempre tienes la sensación de que
te falta conocer muchas cosas, que falta tiempo. Cuando se protesta por
los planes de estudio, y uno recuerda su vida de estudiante, lo que
viene a la memoria es la falta de tiempo. Tiempo de aprender esto o lo
otro. Siempre he procurado que las actividades que empezaba no
terminaran. El trabajo, cuando llega, es muy urgente y sucede en
momentos de gran actividad profesional. Alicante se terminó en nueve
meses; Icaria en cuatro. Hay proyectos, como el cementerio de Igualada,
que están ahí cinco o seis años esperando. La estrategia de no
convertirse en un paranoico por el hecho de no tener trabajo, y ser
capaz de continuar investigando en tu profesión y aprendiendo, es la
verdadera estrategia de supervivencia. Si hacemos memoria -hablar de la
biografía de los demás es más fácil que hablar de la tuya- arquitectos
magníficos, como Coderch, o el mismo de la Sota, hacían un edificio cada
cinco años. Esto se dice muy fácil, pero, cuando te toca a ti, es otra
historia.
¿La documentación es la primera fase de un proyecto?
Sí, cada vez más. Los cursos que estoy
haciendo en la escuela tratan fundamentalmente de esto. Que los alumnos
preparen un contexto de trabajo donde ya aparecerá la solución completa,
la forma final.
“El trabajo, cuando llega, es muy urgente y sucede en momentos de gran actividad profesional.”
Acaba de ganar un importante
premio en Venecia, junto a Benedetta Tagliabue. ¿Cómo ve lo acaecido en
el concurso del Museo del Prado?
Me gustaría que mis comentarios quedaran
al margen de la opinión concreta que hay sobre los profesionales que han
trabajado en ese proyecto. Es insensata la demagogia acerca de este
tema. Participé en el concurso, como tanta gente ilusionada, y lo
primero que me sorprendió fue que el Museo quisiera unas tiendas y
cuatro tonterías. Ahora, que no vengan a hablar de museografía e
historias, porque en el programa no hay nada más que un Shopping Centre
con una pequeña sala de conferencias. En segundo lugar, me sorprendió
esa historia de que los ganadores de la primera fase fueran secretos.
Ese corte era fundamental. El ganador no era tan importante como que las
diez propuestas fueran ambiciosas, con calidad, con ilusión. Y el lío
ha estado en ese trabajo secreto, porque se ha viciado el proceso,
cortando la comunicación entre quien organiza y quien se presenta.
El Prado: “se ha viciado el proceso cortando la comunicación entre quien organiza y quien se presenta”
¿Los concursos de arquitectura son recomendables para curtirse en la profesión?
A lo mejor ahora las cosas cambian un
poco. Empecé a presentarme a concursos por enfrentarme a programas y
situaciones que nadie iba a encargarme. Recuerdo los primeros concursos
que no ganamos: el auditorio de Salamanca, el Palacio de Congresos en
Granada, edificios municipales, pequeños hospitales… Los concursos son
un buen lugar para aprender, puedes tener suerte o no.
Imparte sus clases en EE UU, Alemania y Barcelona. ¿Hablamos de la relación alumno-profesor?
Cuando el profesor tiene casi la misma
edad que el estudiante es uno de los mejores momentos. Creo en la
comunicación directa, y para ello es muy importante que los intereses
del profesor y del estudiante estén muy cercanos, porque para transmitir
experiencia el alumno tiene que tener cierta madurez. Me gusta la
relación directa con el alumno, casi de enfrentamiento, sin ningún tipo
de paternalismo. De Rafael Moneo, entre otras cosas, aprendí que en
clase todos estamos en el mismo lugar y tenemos la misma
responsabilidad.
¿Un arquitecto es un constructor ilustrado?
Constructor… ¿lo dices literalmente?
Si.
En estos momentos ya no se puede hacer
esa comparación. En otro tiempo, donde había una relación más directa
entre los oficios… En este momento el oficio de constructor es otro.
¿Gaudí, ahora, no hubiera podido hacer determinadas cosas?
De ninguna manera.
¿Cuál es su visión del congreso de la UIA?
Los únicos que pueden tener una visión
general del congreso son los organizadores. Habían organizado un
congreso muy complejo, que tenía un programa magnífico. Estoy totalmente
de acuerdo con las ideas que se desarrollaban. Sobre el resultado no sé
qué decir. Los pequeños incidentes de cambio de lugar de los actos
tienen poca importancia. Se puede criticar cierta falta de capacidad de
improvisación. El mismo problema del gran número de asistentes se podía
transformar en una celebración. Una idea muy bonita hubiera sido que los
congresistas se perdieran en la ciudad, y de repente se encontraran y
comenzaran a hablar y a discutir los temas. Yo, en esos días, hacía
broma, diciendo que el mejor congreso era colocar a la gente en Hoteles
relativamente cercanos. Aprovechando la tendencia natural a salir a la
calle, cuando se encuentra gente que se conoce quedan. Y cuando quedan,
si quieres ir, vas , y si no, no vas. Pero te encontrarías en otro
sitio. Un congreso de dispersión absoluta, donde el azar hace que los
congresistas se encuentren. En el fondo, era el modelo. Que los
participantes se encuentren entre ellos. Lo que salvó al congreso fue la
calidad personal de todos los participantes. Todo el mundo estuvo
simpático y se pasó por encima de los problemas sin ningún drama.
Congreso de la UIA: “Se puede criticar cierta falta de capacidad de improvisación”
Miralles jugó a Baloncesto,
llegando a ser campeón de España en categoría Junior. ¿El baloncesto
sigue siendo una de sus aficiones?
Sí, pero cuando has jugado con mucha
intensidad, luego una visión de amateur es más complicada. El baloncesto
fue una parte de mi aprendizaje, cuando era chaval.
¿Cuántos habanos fuma al día?
Siempre digo que fumo uno de cuando en
cuando. Pero no es verdad. Me gusta pensar que procuro no convertirlo en
un hábito. El problema es que, desde que he empezado a fumar, los puros
son buenísimos, y me va a fastidiar mucho que un día me digan que no
puedo fumar más. (Risas) Por tanto, tengo que ir con cuidado.
De todas formas, es una cosa de esas
sorprendentes. Es como descubrir las anchoas cuando tienes cincuenta
años. (Risas) Cuando eres algo mayor está bien tener sorpresas de estas.
¿Sigue la liga de fútbol?
Sigo los periódicos.
¿Ganará el Barça la liga?
Todavía no tengo opinión.
¿Es usted del Barça?
Soy del Barça con una cierta naturalidad.
Otro equipo me obligaría a realizar un esfuerzo que no tengo ningún
interés en realizar. Me gusta ver el fútbol desde el sentido del humor.
No desde la competición.
¿Cuál es su relación con los ordenadores, con Internet y con las nuevas formas de comunicación digital?
La gente de mi generación no tenemos una
relación muy natural con la informática. Me gustaría tenerla. En el
despacho sí que existe. Siempre procuro no forzar estas cosas, no darles
un valor estético. Creo que no hay ninguna diferencia entre pensar
trabajando con o sin ordenador. Hay gente que trabaja y piensa
mediatizada por el instrumento.
“Creo que no hay ninguna diferencia entre pensar trabajando con o sin ordenador”
¿De quién aprende?
La ciudad de Barcelona y su pasado
reciente te da como un contexto. En estos momentos, estoy sorprendido de
la enorme vitalidad y energía de ciertas escuelas del mundo
universitario norteamericano, donde hay una apuesta por la
experimentación, preguntándose de qué puede hablar la arquitectura, de
qué puede tratar. Hay una dicotomía absoluta entre el mundo profesional y
el mundo universitario. En los Estados Unidos, si no hay un sponsor y
una Corporación detrás, no hay manera. En la misma Bienal de Venecia,
los Estados Unidos, con la excusa de que no tienen dinero, han
necesitado que Disney la patrocinara, por tanto el pabellón
norteamericano en la Bienal de Venecia es publicidad de Disney. Y
tampoco es eso.
“Estoy sorprendido de la enorme vitalidad y energía de ciertas escuelas del mundo universitario norteamericano”
¿Esta casa, donde usted vive, tiene algo que ver con su habitat ideal?
Me gusta estar como de segunda mano,
vivir en sitios donde no has participado en su creación, jugando el
papel de observador. No entiendo la vida aislada de la sociedad. Estoy
encantado de comenzar a trabajar en la ciudad vieja de Barcelona, y
comprobar cómo algo olvidado se puede descubrir. Una cualidad que
siempre he intentado seguir es la curiosidad.
Termina la entrevista y, en dos zancadas,
Miralles vuelve a su estudio. Le espera una noche de cuchillos largos.
Mañana finaliza el plazo de entrega para un concurso.
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