El español que ha pasado 50 años construyendo una Catedral con sus propias manos
Revisa su historia e imágenes de la “obra de su vida”, después del salto.
Sin conocimiento previo de la arquitectura y sin ninguna experiencia en la industria de la construcción, Justo ha pasado cinco décadas recogiendo basura y materiales de construcción de desecho para construir la estructura de 50 x 25 metros de superficie y 60 metros de alto, en su torre más alta.
Después de trabajar como granjero y torero, Gallego pasó ocho años en un monasterio trapense –el convento de clausura del Císter, en Santa María de Huerta-, el que se vio obligado a abandonar cuando fue golpeado por la tuberculosis en 1961. Fue así como, en honor a la Virgen María, comenzó la construcción de una capilla que él describe como su gran acto de fe. El ex monje dice que si no fuera por esta enfermedad nunca habría tenido las fuerzas para intentar construir una catedral.
A pesar del escepticismo de los habitantes de la ciudad, Don Justo –como lo llaman los vecinos- ha conseguido notablemente avanzar en la construcción sin usar ni siquiera una grúa, solamente ha recibido ayuda de algunos obreros amigos. El proceso inició sin ningún tipo de permiso –porque estaba seguro que no se lo darían- en un terreno de 4740 m2 heredado de sus padres que hoy vale más de un millón de euros.
La Catedral
Las grandes columnas de la estructura están hechas de tambores de aceite vacíos, mientras que el revestimiento de una de las cúpulas está hecho de tubos de alimentos desechados. Los arcos son de neumáticos de camiones y autobuses, y el resto del edificio se compone de maderas y ladrillos recogidos de otras obras en demolición. Ha recibido regalos como las puertas de hierro y recortes de vidrios para cerrar las aberturas. Su inspiración de diseño viene de la Basílica de San Pedro, con su enorme cúpula central a la vista, además de hojear algunos libros de castillos e iglesias europeas.
Hace algunos años le comentó a la BBC: “Cuando veo lo que he creado, me abruma y le doy gracias al Señor. Si yo pudiera vivir mi vida otra vez, me gustaría construir esta misma catedral pero el doble de grande, porque para mí, esto es un acto de fe”.
La iglesia nunca ha recibido permiso de construcción y aunque quizás nunca se pueda rendir culto en ella, las autoridades le han permitido seguir adelante ya que se ha convertido en una atracción turística para la ciudad. Recientemente, Justo Gallego ha recibido donaciones de organizaciones alemanas y ha protagonizado la publicidad de la bebida energética Aquarius, empresa que le pagó 40 mil euros para contar su inspiradora historia, además de organizarle una campaña para recaudar fondos a través de mensajes de texto.
El edificio ha sido expuesto en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y su autor ha sido entrevistado por las más grandes cadenas de televisión mundial.
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